Muñecas de invierno

por · Marzo de 2016

Las películas Carol y La chica Danesa exploran los deseos contenidos de las identidades LGBTQ, con pulsiones arrebatadoras bajo la normalidad de la vida burguesa y el gueto intelectual.

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Las películas Carol y La chica Danesa exploran los deseos contenidos de las identidades LGBTQ, con pulsiones arrebatadoras bajo la normalidad de la vida burguesa y el gueto intelectual.

Es el argumento perfecto para cualquier melodrama televisivo: Carol (Cate Blanchett), una mujer madura de clase alta, estilizada y elegante, con un matrimonio en crisis producto de su homosexualidad, que a estas alturas su ex marido prefiere obviar, se enamora de Therese (Rooney Mara), una encantadora veinteañera que ansía convertirse en fotógrafa.

El primer encuentro entre ellas es soterrado pero significativo. Ambas están rodeadas de decenas de muñecas en la esquina de la tienda donde trabaja Therese, haciendo de testigos mudos de esa reunión, muñecas como ellas, agobiadas por hombres que no las entienden pero las anhelan con emociones torpes pero sinceras. Desean mimarlas, admirarlas, lucirlas, como el carísimo juguete que ambas emulan.

Pero la época no acompaña a este cúmulo de personajes abatidos por lo que hay que omitir. Hay certezas y sospechas pero verbalizarlas puede detonar la devastación, aunque ellas no fingen y deciden conocerse a pesar de todo. Es un relato evolucionado en tiempo y cultura de las películas de Douglas Sirk, Magnífica obsesión (1954), Solo el cielo lo sabe (1955) y Escrito en el viento (1956); evolución que cae en un doble juego y se convierte en una pequeña trampa que arrastra durante todo el metraje. Tanto Carol y Therese se mueven con descuido, parecen ser las únicas en vivir en una década que no es la suya, los años 50.

Todd Haynes es un artista plástico, qué duda cabe. Su película logra trascender en exquisitez visual y en actuaciones poderosas, pero olvida la brutal represión del tiempo donde habitan sus mujeres (incluso ahora, aunque se hubieran conocido por Tinder), ellas parecieran no sentir miedo, no ser conscientes de lo que exponen desde sus esferas: enamorarse es sinónimo de ceguera y envalentonamiento, claro está. Pero no de actuar sin pensar, a menos que tengas catorce años, más aún si eres mujer, gay, perteneces a una clase social desigual y estás rodeada de machismo. A pesar de este ripio narrativo, Carol encandila y expone todo eso que no se dice con oficio.

Por otro lado, hay frío en Dinamarca y también una muñeca que juega a cambiarse de ropa a escondidas. Aunque La Chica Danesa es derechamente afectada y relamida, cuenta una historia real, de una transgresión profunda. Su director, Tom Hooper, prefiere convertir un relato eventualmente interesante sobre la transexualidad en una metamorfosis tibia. Una pareja de pintores, Einar y Gerda Wegener (Eddie Redmayne y la ganadora del Oscar a Mejor actriz de reparto, Alicia Vikander), viven en el cliché permanente. Son artistas y por ende, según lo que indica el prejuicio, alocados, impulsivos y sin inhibiciones.

Un día Gerda le pide a Einar que reemplace a su modelo femenina para avanzar en su pintura, Einar accede con un dejo de incomodidad, el cual rápidamente y sin mayor transición da paso a lo que se intuye, Einar se siente más cómodo siendo una chica, algo que siempre ha sabido pero ha venido sublimando angustiosamente. Entonces el proceso comienza a hacerse irreversible, Gerda se muestra confusa, tienen encuentros y desencuentros mientras Einar comienza a desaparecer para dar paso a Lily. En ese intertanto Einar/Lily aburren al espectador con una serie de tics y amaneramientos de lo que suponemos debería ser un trans. La Chica Danesa de ninguna manera es un bodrio, pero sí una película con un pobre tono muscular, prefabricada para ganar premios por abarcar un tema sensible, en efecto es Alicia Vikander quien le pone sangre en las venas con su fuego personal a una película que más allá del preciosismo estético se hace algo olvidable y se convierte en el plan perfecto para ver una tarde de domingo en el cable, cuando a esas horas del día ya no queda mucho por transgredir, como esta chica danesa.

Muñecas de invierno

Sobre el autor:

Fernando Delgado es comunicador audiovisual y guionista de series y teleseries en TVN, MEGA y CHV.

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