Stone Temple Pilots: Nostalgia grunge

por · Diciembre de 2010

Eran pasadas las nueve de la noche en el Movistar Arena cuando aparecían entre la fanaticada esas relavadas y desteñidas poleras negras de quinceañero. Más de cerca, un público ya maduro, que convirtió las canciones en himnos, pero que nunca pudo disfrutar de ellas en vivo hasta ayer. Cuando Stone Temple Pilots pisó finalmente Chile […]

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Eran pasadas las nueve de la noche en el Movistar Arena cuando aparecían entre la fanaticada esas relavadas y desteñidas poleras negras de quinceañero. Más de cerca, un público ya maduro, que convirtió las canciones en himnos, pero que nunca pudo disfrutar de ellas en vivo hasta ayer. Cuando Stone Temple Pilots pisó finalmente Chile para saldar esa deuda histórica que muchos cumplen sobre el final de sus carreras.


A las 21:30 horas cayó el telón que cubría esa misteriosa flor del disco Shangri La Dee Da, para que la banda que brilló en los ’90 mientras el grunge era rey y señor del rock, a cargo de Scott Weiland, los hermanos Robert y Dean DeLeo y Eric Kretz, subieran al escenario y comenzara a sonar el característico megáfono que el frontman usa al ritmo de “Crackerman“, de su primer disco Core (92) , que impresionó por la fuerza de su guitarra y un sonido fresco que al contrario de pensar que vienen en momentos opacos, se llega a la conclusión de escuchar un rock pulido, con volumen, digno de quince singles directos al Top 10 de Billboard.

Tras “Wicked Garden” y “Vasoline“, Weiland saludó al respetable y pidió prender las luces de la arena para poder ver a todo ese público chileno que los estuvo esperando por más de 15 años (aunque el lánguido cantante ya visitó Chile al frente de Velvet Revolver). El setlist no impresionó a los fanáticos, ya que se reiteró lo hecho por la banda días atrás en las ciudades argentinas de Córdoba y Buenos Aires. Pero no importaba. Un paseo por todas las épocas de STP con muy buenas elecciones dejó satisfecho a los fans más lóngevos y esos que lucen hace poco una que otra polera de Cobain.

Los puntos altos coreados por los 15 mil asistentes al Movistar Arena llegaron con la guitarra blusera de “Big Empty“, incluído en la banda sonora de The Crow, momento también en que los hermanos Robert (bajo) y Dean DeLeo (guitarra) pudieron improvisar y regalar notas estiradas.

Esta vez Scott Weiland no dio la lata sentándose en un retorno para contar sobre su adicción a las drogas y su rehabilitación como lo hizo fechas atrás en Estado Unidos, al contrario, se mostró como el líder de la banda, simpatizando brevemente, muy concentrado y demostrando esa elegancia que siempre distingue al acérrimo fan de Bowie.

Sin lugar a dudas, el himno de Stone Temple Pilots (qué digo, de toda una generación) es “Plush“, que hizo temblar la arena para que la banda sintiera el cariño y afecto de sus fanáticos, hasta el punto de que uno de esos valientes de siempre logró trepar al escenario con una bandera chilena, estirarle la mano a Weiland, abrazar al guitarrista Dean DeLeo y ser protegido por este para que los de seguridad no lo sacaran violentamente. Seguida de “Plush” llegó “Interstate Love Song” del disco Purple (94) y los temas de su nuevo disco homónimo: “Between the lines” y “Hickory Dichotomy“, que fueron bien recibidos por la fanaticada.

Muchos esperamos temas que marcaron momentos, como “Big Bang Baby” , “Days of the week” o la clásica “Creep“, obviados, pero que fueron saldados con “Still Remains” y la potente “Trippin’ on a hole in a paper heart” con los fieles chicos grunges que ahora visten de camisa y corbata en el bolsillo, volviendo a sentirse de quince con bototos y leñadoras.

En conclusión, quizás sea la primera y única vez que Stone Temple Pilots pise nuestro país, pero con una sólida presentación de rock maduro, que demostró lo bien que le hizo a toda la banda estar separada por casi seis años.

Stone Temple Pilots: Nostalgia grunge

Sobre el autor:

Christian Yáñez

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