Teatro indie: jóvenes, inestables y suicidas

por · Mayo de 2011

‘El amor es un francotirador’

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En sus últimas semanas en cartelera, revisamos los elementos que hacen de esta obra un imperdible sobre las tablas y que tiene, para nuestra suerte, una banda de rock sonando de fondo.

La decisión ya la tienen tomada: es hora de partir. Son jóvenes, son inestables, son suicidas. Uno de ellos tendrá que descargar el plomo sobre su cabeza, así es este juego, algo poético y algo retorcido.

En una azotea de un edificio, iluminados por una publicidad de neón que dice “amor”, comparten estos siete desconocidos sus particulares historias. Está el boxeador (Pablo Schwartz), el Don Juan (Eduardo Barril), la belleza (Makarena Teke), la chica del campo (Paula Bravo), el tímido (Ariel Mateluna), la stripper (Claudia Vicuña) y una niña de 11 años (Constanza Ortiz), suerte de anfitriona que los guía para hacer más decente este desenlace que de funeral tiene muy poco. Por el contrario, parece una indiscreta catarsis en que cada uno debe contar al resto por qué desea morir, después todos tienen que pedir un último deseo y los demás están obligados a cumplirlos.

Así es el inicio de la obra “El amor es un francotirador”, de la dramaturga argentina Lola Arias y que está en cartelera en el Teatro de la Universidad Católica (Plaza Ñuñoa) hasta el 25 de junio. Parte del ciclo de otoño que ha organizado la Fundación Teatro a Mil, este montaje completa la trilogía de “Striptease” y “Sueño con revolver” de la directora trasandina, ambas montadas también por Néstor Cantillana en nuestro país.

El amor es un francotirador” comenzó cuando Arias escribía canciones en el invierno del 2005 con dos ideas en mente: una obra con canciones y una ruleta rusa. En ese sentido, se trata de un relato coral en que intervienen estos siete personajes, que se apoya además con imágenes y que, al mismo tiempo, arrienda la energía de un musical gracias a una banda de rock en vivo.

Bajo la dirección musical de Fernando Milagros y compuesta por Alejandro Gómez (voz y guitarra), Daniel Marabolí (teclado y bajo) y Rocío O’Shee (batería), este trío le imprime un colorido que para quienes no están habituados a esta combinación es un golpe a la quijada, directo, seco y potente. Y es que precisamente las canciones interpretadas en vivo le dan mayor luminosidad al montaje, lo transportan y lo devuelven como un espectáculo ensoñador, melancólico y nocturno. Especialmente efectivos se vuelven los arreglos de Milagros, quien explica este cruce sobre las tablas. “En primer lugar existen dos lugares creativos a los que pertenezco: por un lado el escenario del teatro como tal y por otro la música. Primero fue el teatro el que me llamo la atención y luego la música fue tomando más lugar en mi quehacer artístico, pero nunca supe hasta ahora cómo hacer para unir estas dos experiencias en una. Hoy se unen en este musical”, asegura.

La banda

Lo cierto es que la fortaleza de esta obra está en cómo los relatos se vuelven simultáneos, saltan entre sí con el aporte de los actores, mantienen la tensión y ensalzan aquellas definiciones del amor que más heridos van dejando en el camino. Podría ser esa niña que parece saberlo todo, podría ser ese boxeador lleno de tatuajes, la stripper que habla sólo en inglés para olvidar un antiguo pretendiente o el mismísimo Don Juan –en una notable interpretación de Barril- algo viejo para estos juegos, pero que vive, actúa y ama como si fuera lo mismo, sin distinguir con claridad la ficción de la realidad. Un peligroso equilibrio que, en manos de Arias y llevado a todos los rincones de esta obra, se vuelve irresistible.

// El Amor es un francotirador
Dirección: Néstor Cantillana
Funciones: jueves, viernes y sábado a las 20:30 horas. Hasta el 25 de junio en cartelera
Teatro de la Universidad Católica
Entradas: General $7.000, Convenios y tercera edad $5000, estudiantes $3.500

Teatro indie: jóvenes, inestables y suicidas

Sobre el autor:

Fernando Cea

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