Ahora en Tailandia
Voy a empezar sacándome los clichés al tiro. ¿Vale? Uno tiene cierto recelo ante las segundas partes. Chiste repetido sale podrido. Las part two de las películas siempre son malas. Están puro estirando el chicle. Me quedo con la primera parte. Etc.
Estamos, una vez sacados todos los moquitos de la nariz, podemos empezar a respirar tranquilamente.
Inhala. Huummmmmmmmmm. Exhala. Fuuuuuuuuuuuuu.
A este chicle le quedaba juguito. Al chancho le quedaba todavía re harta manteca. No hay nadie que haya visto Hangover que no quedara con ganas de más. Es como jalar una sola línea. No sirve. Quedas cojo. La dosis es dos, todos saben eso.
Como cuando conoces a alguien que te gusta. La primera impresión es la zorra. Quieres guardar esa imagen cuando la viste aparecer y pensaste sin siquiera haberle dicho antes hola ‘contigo me quedo porfa quédate conmigo’, pero además quieres abrir ese libro y leerlo completo.
Con ‘Qué pasó ayer‘ (puta la traducción mala pero puta quién no ha llamado a su compadre al despertar preguntando exactamente eso, quizá intercalando un ‘chuchas’ entre el ‘qué’ y el ‘pasó’) pasa exactamente eso. O parecido.
Conociste a la Wolfpack y si la peli te gustó, si eres un borracho/volado y enganchaste con el humor stoner es muy probable que te hayas sentido parte de la pandilla y hasta los hayas echado de menos.
Por eso tener la oportunidad de sentarte a ver la segunda parte es como encontrarte con viejos amigos. Pero ni tan viejos, sino hueones que conociste una vez y lo pasaste tan bien que querís mandarte otro carrete y que ojalá sea igual o más distorsionado.
Puta parece que soy el Alan (Zach Galaf…emm..cómo se escribe…el griego) de la pandilla.
Todos lo somos, ¿o no? Todos estabamos esperando que los cabros volvieran y nos llevaran a otra despedida de solteros.
Ok. Y a eso es exactamente lo que estás a punto de asistir si planeas (si no así, PLANEALO) ir a ver Hangover II. Otra despedida de soltero arriba del caballo. Aloca. En fea. O qué ¿Pensabas que se iba tratar de un bautizo? No te equivoques. Hangover II trackea en reversa otra vez, reconstruyendo el carrete exactamente igual. Y es exactamente lo que uno quiere. Otro primer beso.
Esta vez el que se casa es Stu, el dentista con debilidad por las prostitutas. En Bangkok. Y es básicamente la misma huevá que la primera pero más activada. Más mal portada.
Cualquier otra cosa que diga sería considerado spoiler así que me voy a callar la puta bocaza. Partiste a verla.