Kevin Johansen: cosas que no pasan

por · Septiembre de 2012

Periodismo groupie

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Pasó por nuestro país en el marco del festival Despierta! y una de nuestras colaboradoras moría por entrevistarlo. Acá la crónica de cómo se las ingenió para, saltándose algunos protocolos, encontrarse con Kevin Johansen.

En una semana más sería el Festival Despierta! Tenía todas las ganas de cubrirlo y como no tenía la entrada comprada y asumía que ya no iría, se me ocurrió entrevistar a uno de los cantantes. Qué mejor que a Kevin Johansen, por lo guapo, por lo original de sus canciones y por todo lo que implica.

La idea se me metió en la cabeza y no salió. Tenía que llamar su atención, buscarlo y lograr que se fijara en mi mano levantada diciendo ‘Kevin, ¡acá!’ Así empezó todo. Las escenas de la entrevista y lo que pudiera pasar después eran interminable e inagotables; todas patéticamente distintas. Me obsesioné con la idea.

Así, desde el tres de septiembre fui la más patuda; pero educada, claro.

Por Twitter mi insistencia fue esta:

Uno: @k_johansen Hola! Podría entrevistarte antes del Festival? Por favor, soy de Paniko.cl. :)

Dos: @k_Johansen Holaaaa, me concederías una entrevista cuando llegues a chile? Sería un honor para mí. :)

Tres: @k_johansen Hola, me gustaría entrevistarte? Cuándo llegas a Chile? Porfa dime que siii :)

Cuatro: Buenísima!! @k_johansen dame bolaaaa!!! Kevin Johansen – Fin De Fiesta: http://youtu.be/yZmcqsZeetc vía @youtube

Cinco: @k_Johansen aceptas?? te invito a recorrer santiago de chile!

Seis: @k_Johansen te mandé un mensaje http://www.kevinjohansen.com/2010/index.php…

Siete: @k_Johansen al menos dime algo… para que la incertidumbre no se haga eterna.

Ocho: @k_Johansen por favor :)

Nueve: @k_Johansen La esperanza de que me contestarás y de, mejor aún, aceptar una entrevista with me, todavía la tengo! :)

Y bueno, como veinte tweets más. Demasiado insistente, estaba en ese límite en que o te pescan por cansancio o no te pescan, simple. Pero de pronto, él me comienza a seguir y me manda un DM: “Mañana te escribo al mail, soy Kevin, saludos!”. Listo, algo es algo. Le mando dos tweets más diciéndole que espero su mail. El día seis, me manda uno diciendo:

“Hola, querida. Cómo estás? El tema es que llego este viernes como a las 11 de la noche. Carrete, el sábado trabajo y el Domingo ya me voy! No da para pasear pero sí para una notita, claro! Nos chiflamos, dale? Beso y gracias, K”.

Y respondo:

“Hola, Kevin. Gracias por escribirme y disculpa por la insistencia. Me doy cuenta de que haces un viaje express. Obvio que no alcanza el tiempo para pasear ni nada por el estilo, pero podríamos juntarnos un ratito, 10 a 20 minutos, cerca del hotel en dónde te quedarás. Lo que menos quiero es molestarte. Estamos en contacto entonces. Gracias por la buena onda! Un beso”.

El viernes siete, los mails continuaron.
“Todo bien, querida. Creo que llegamos mañana y andaremos por el Liguria de Manuel Montt, pero luego de cenar. Sino, me chiflas el sábado en algún momento, si? Beso”.

Tenía todo listo para el viernes ir al Liguria y estar regia, minísima. Le dije al “Galleta”, mi amigo, quién sacaría las fotos, pero amanezco enferma, con fiebre y todo queda en pura ilusión. Obvio que no podía dejar que se me pasara la oportunidad, así es que le mandé otro mail. Y desde ese momento, estos no pararon.

“Kevin, estoy con fiebre :( Mañana te puedo llamar a tu celular?? Me puedes mandar tu teléfono? Por favor por favor. Un beso. Por favor entiéndeme”.

Responde:

“No tengo teléfono, querida! Si tengo, te lo paso, sino por esta vía, ok? Beso y mejórese”.

El sábado, día ocho, día del festival, yo ya estaba mucho mejor.

“Por esta vía entonces! Tienes un tiempecito libre hoy? Amanecí mucho mejor :)”

“Ahora estoy en el Crowne Plaza y tengo un ratito antes de almorzar, sino mañana luego del concierto”.

“El concierto no es hoy? Fijemos para mañana, dime una hora y llego al Crown Plaza. :) O podría ser hoy después del concierto? :)”

“Ok, tienes entradas?”

Después de esa pregunta, me imaginé lo mejor de la vida.

“No, no tuve dinero para las entradas. Pero me refiero a ir dónde estés después del concierto”.

“Te puedo dejar 2 a tu nombre aquí en el Crowne, ok? Cualquier cosa voy a comer y vuelvo. Estoy en la 2113, cualquier cosa, estamos en contacto, suerte! Después de las 4 están!”

Lo primero que hago es decirle a mi hermana que vaya conmigo, le cuento todo lo que acaban de leer y le digo: “Maca, tenemos que ir lindísimas”. Dicho y hecho. Nos fuimos, llegamos al Hotel y aquí viene lo mejor.

Llego a recepción, pregunto por las entradas y no estaban. No me quedaba otra que esperar. Mi hermana, la Maca, me decía: “Di que yo también soy periodista”. Después de cinco minutos, veo salir del ascensor a un músico de Kevin, un rubio de rastas largos, me acerqué y le pregunté si sabía algo de las entradas. Le expliqué la situación y me dice que quizás nos podríamos ir con ellos -con The Nada, la banda de Johansen- en la van, pero que no sabía si habría espacio.

Eso: era ideal. Pero lo ideal, es ideal. Hasta que veo un hombre en la recepción, con un fardo de entradas en su mano y su acento argentino lo decía todo. “¿Quién es Montserrat?”, dice. Me acerqué y le digo que soy yo, me las pasa y las guardo.

Le explico que soy de Paniko y que quiero entrevistar a Kevin. Me mira interesado y me dice que me ponga de acuerdo con él.

“Pero… ¿podrían esperar cinco minutos? Kevin viene shegando”, nos dice.

Obvio que esperamos. Con la Maca las miradas de nervio y de “qué está pasando acá?” iban y venían.

No pasan ni dos minutos y Kevin entra a Hotel con un hombre a su lado. Muy sencillo, con una bufanda en el cuello, nos miramos y le digo con tono posero: “¿Kevin?”. Y me dice: “¿Montserrat?”. Ambos dijimos que sí. Nos acercamos, nos saludamos –“¿Cómo estás, querida?”- y presenta a su amigo, era Jorge Drexler –“¡Qué olorosas están!”, decía-. Yo no podía más, en verdad estaba alucinando.

Conversamos, nos dijeron que lo mejor era hacer la entrevista en camarines, porque siempre ahí había tiempo. Nosotras: sí, dale, no hay problema.

“Tengo sueño, voy a dormir, eh!” nos dijo. Quedamos en que le tenía que mandar mi celular por mail y él después de cantar me llamaría.

Sonriente a morir, me fui con mi hermana caminando. En el metro vemos las entradas. Eran Golden. Llegamos a las 17:40, el festival estuvo increíble. De Golden nos pasamos a Platinium, y estuve en primera fila siete horas de música. Kevin cantó a las 00:30, algo así.

Y no me llamó. Pero fui al festival gratis, logré estar con él y con Drexler.

El día nueve, el domingo, le escribo:

“Quizás ya te fuiste o no sé, pero todavía estoy en el Parque O’Higgins. No broma! aja Ya no llamaste, pero no te preocupes. Me encantó conocerte :)”

“Si, querida! Terminamos disfrutando a Totó (la Momposina) y luego de carrete! No te llamé, perdón, pero sera hasta la proxima, beso!”

Kevin Johansen: cosas que no pasan

Sobre el autor:

Montserrat Olave De la Barrera (@montseolaved)

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