paniko.cl en Coachella 2012: día 1

por · Abril de 2012

paniko.cl en Coachella 2012

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10AM (14PM en Chile) hora de Indio, California, y 30ºC a la sombra no son capaces de derretir las expectativas: el festival de música más importante de Norteamérica comienza su segundo y último findesemana y paniko.cl, tu sitio fiel, está en el lugar del crimen para llevarte lo que vemos, olemos, escuchamos y degustamos en estos tres días de demencia que se vienen.

// Por: Cristóbal Bley y Alejandro Jofré, desde California.

A las 7 de la mañana el sol empezaba a sacar de los autos a las rubias juventudes que llegaron este año a acampar a Coachella. Muchos se repiten la torta, puesto que hace una semana todo lo que está pasando ahora ya ocurrió. Y de lo más bien. Lo que quizá le quita sorpresa —ya sabemos que el fantasma de Tupac, los beats de Flying Lotus, el sonido de Radiohead, los hits de Black Keys y el pop de M83 son lo imperdible— pero que hace la apuesta más segura.

En el car-camping, mientras, la gente fermenta las cantidades bebidas anoche, en un carrete masivo puramente gringo, lleno de litros y litros de budweiser, ingleses gritones, minas ultra-ricas con cara de tontas, hombres musculosos sin polera y mucha parafernalia. Hasta ahora, por lo menos, la música parece lo de menos: acá la mayoría viene de cabeza a la destrucción, partyhard full time, autos pintados y hasta parrillas para hacer asados. Gringos en su salsa.

Ya se vienen los updates, fotos, y al final del trip, crónicas detalladas y videos con la evidencia. ¡Ahí se ven!

12:58 (16:58 en Chile). Quizás las nubes existen para hacer a escala humana el cielo. 13 en punto en Indio y está tan despejado que el desierto de California parece el techo de un enorme iglú tan azul y tan de fantasía como todo en este milagro de Coachella: las palmeras perfectamente verticales, el suelo increíblemente plano y los injertos de pasto formando una alfombra del tamaño de tres elipses del Parque O’Higgins, en una perfecta ecuación con la cantidad de tickets que se agotaron el primer fin de semana en que salieron a la venta.

El calor de Coachella te pincha la piel como si se metieran pequeños cristales calientes por cada poro y eso lo entienden mejor que todos los dueños de todos esos enormes 4×4 con patentes de California y de Nevada y hasta de Alaska: gringos sin polera y como recién salidos de una extenuante rutina de gimnasio, algunos pocos canadienses y muchos menos mexicanos, y las chicas -oh, las chicas- que son un espectáculo único y uno de los encantos de este festival hecho a la medida. Es la amplificación del Lollapalooza chileno: en bikinis fosforescentes y que no dejan mucho a la imaginación en un lugar obviamente imaginado para no molestar a nadie, un pequeño paraíso plantado en la mitad del desierto y debajo de un sol tan potente que te obliga a andar con lo mínimo.

A lo nuestro. Gabe Real encendió los fuegos en el escenario principal del festival, con una mezcla de Reggae y Funk, que mezcló en exacta media hora con Old School y Hip Hop, entre medio de la voz procesada del Jim Morrison de Alabama Song (Whisky Bar) y un show con muy poca gente -esto recién se está llenando- que dio paso puntualmente a la potente voz femenina de la mexicana al frente de Hello Seahorse!.

15:45 (19:45 en Chile). De repente así se entiende que en los stramings y videos de Coachella el público se vea tan zombie, cara de nada viendo la banda de turno, apenas moviendo sus cabezas. Es que el calor que hace y se siente es estupidizante. Todos se mueven gastando la menor energía posible, no vaya a ser un esfuerzo de más y el último agua que les queda en el cuerpo se evaporice y se transforme en un desmayo colectivo.

Los escenarios secundarios son enormes techos de aluminio que entregan el bien más preciado por acá: la sombra. Son tres, y cada uno tiene una especie de tema o género musical que abarca. Gobi, el primero, es el más rockero, y ahí terminarán tocando The Black Angels y The Horrors. Sahara, el último, es el electrónico por excelencia. Allí estuvo LA Riots haciendo mixes de Adelle, Lana del Rey y Empire of the Sun, con la gente prendida y unas visuales tremendas, pero él más bien fome. Y Mojave, el escenario de al medio, es para un pop-rock bailable más indie, donde estarán The Rapture y M83, y donde acaban de tocar GIVERS.

Siguiendo esa senda que abrió Vampire Weekend hace unos años, GIVERS es melodías gringas para ritmos más bien africanos, pero sin exagerarlos y caer por eso en el cliché. Ellos son de Louisiana y se les nota, porque a toda esta onda que parecería tan obvia por el curso de las modas, le agregan un estilo sureño que los diferencia y les da más valor aún. Canta Tiffany Lamson, que además de tener un aire medio camilavallejístico en su look, toca las percusiones como si fuera lo último que va a hacer en su vida. Esa intensidad —que la complementa el otro vocalista, Taylor Guarisco— es la que más se agradece entre tantos grupos que tocan como si estuvieran haciéndole un favor a la gente. GIVERS, como su nombre, lo dejan todo arriba: rompen baquetas, se miran, saltan, hablan, gritan y gesticulan. A pesar de lo nueva, toda una banda de festival.

16:25 (20:25 en Chile). Alan Palomo está de estricto negro. El pequeño volumen de su cuidada chasquilla le da unos preciados centímetros de sombra en el Outdoor theatre, el escenario más castigado por el calor en Coachella. Es un brasero. El sol le pega de frente a la banda completa y a todas las nucas y espaldas de los pocos que se quedaron a ver después de Yuck.

Lo de Neon Indian fue un breve repaso por su debut Psychic Chasms y el reciente Era extraña, diez canciones que en medio del infierno que registraban los termómetros, algo así como 40ºC a la sombra pero en un lugar sin sombra, se pasearon entre los efectivos sintetizadores vintage y el Chillwave del texano, que está girando con una formación orgánica y dedicado exclusivamente a cantar temas como Hex girlfriend, Fallout o Ephemeral artery.

17:41 (21:41 en Chile). El sol baja lento y torturador cuando en el segundo escenario, Outdoor, aparece GIRLS. La banda, tan celebrada por la Pitchfork y el New York Times, sale al frente full rocanrolera: dos guitarras, batería, bajo, teclado y coros. Algo de blues, algo de ruido y mucho carisma de su vocalista y compositor, el rubio Christopher Owens.

Mi amor es como un río, canta con todo Owens, ojos cerrados, pelo al viento, lento y bien a la antigua. La banda dilata al máximo esos momentos de tensión en las letras, y el resultado es perfecto, porque su amor nos suena a un río, y cuando después sigue con que su niña es esquiva, sabemos qué tan esquiva es, la muy putita. Un coro de negras le entrega el tono gospel que hace a esta banda muy hipnotizante, encantando con sonidos que parecían ya viejos y archivados. Y es que al final, lo que se parece comprobar con GIRLS, es que cualquier sonido se hace actual y novedoso si la banda lo apropia con verdadera intención y sentimiento. A Owens, lo supimos hoy, se le cree todo y más.

18:30 (22:30 en Chile). Los parlantes invitan a bailar That’s the way i like it de KC y se produce el primer gran momento de la jornada, o al menos el más masivo: el Coachella stage dio paso a los de Alex Turner y Brianstorm abrió uno de los números pesados de la tarde, con un par de banderas británicas flameando en primera fila y el lleno total del escenario principal de este festival.

Lo curioso es que de a poco se fue el entusiasmo y la gente siguió sus conversaciones y las canciones sobre carretes y chicas que van desapareciendo comienzan a funcionar como el fondo de una enorme fiesta que bien resume el VIP del festival: una rubia mueve su pequeño meñique marcando los bombos de Matt Helders, cuando su amiga le pide una foto a algún famoso de turno, o dos enormes gringos rosados rozando los 40 bajan una cerveza recordando tiempos mejores.

Turner sigue mirando donde las palmeras desaparecen y su peinado sigue intacto canción tras canción, cruzando las miradas con su baterista, llamando a gritar a las chicas.

Así y todo hubo poca intensidad y piloto automático. Si el show que dieron en Santiago ya estuvo mecánico y predecible, este fue todavía con menos ganas y entre Fluorescent adolescent y Brick by brick se fueron 50 minutos de un show envasado.

19.50 (23:50 en Chile). “Hola”, saluda Jarvis Cocker de traje y un garbo tan inglés que esto no parece un escenario americano en medio del desierto. De repente, las banderas británicas se multiplican y el líder de Pulp anuncia que este será el último show de la banda en Norteamérica. Do you remember the first time?, Disco 2000 y Babies salen disparadas. Es el mismo de los discos, una de las glorias del britpop que reaparece a más de once años de su último álbum de estudio. This is Hardcore, Sunrise y The Fear completan el cancionero melancólico de una banda que parece una eterna banda sonora de un filme parisino o de un Londres invernal. El cierre con Common People confirma esta hora de concierto como uno de los puntos altos de este viernes en un Coachella ya completamente oscurecido y con el termómetro bajando muy pero muy lento.

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